El Blog de Malo pa'l Agua

Marzo 10, 2023

[AL Volante] – Ruta 7



Y bueno, la siguiente corresponde a la crónica de las vacaciones 2023, en la que junto a mi familia, tuvimos la suerte de vivir la experiencia de recorrer la ya mítica Ruta 7, más conocida como la Carretera Austral.


Te invitamos a disfrutar de este largo y nutrido relato, con muchas anécdotas, vivencias, que sin duda abrirán el apetito a más de algún viajero por recorrer estos hermosos parajes, llenos de encantos, habitados por personas y naturaleza entrañable.

Día 1
Como un anhelo postergado después de realizar el viaje hasta Arica, con una pandemia de por medio, la falta de ticket en ferry por la alta demanda, una vez que se levantaron las prohibiciones para viajar entre regiones. El tiempo avanzó y el destino se mantuvo en carpeta, para que este año, por fin nos hiciéramos a la ruta en busca de tan anhelado sueño.


Como parte de los preparativos, la orientación y datos de Mario Silva, fueron cruciales en relación con ticket de ferry, días a contemplar para el viaje, víveres a llevar y por supuesto app de georreferencia para el celular (Maps.me), cuando no existiese señal de internet. Así mismo la ayuda desinteresada de Cristian Salinas vía IG, quien aportó datos de gasolineras, estado del camino, cobertura de compañías de celular y lugares imperdibles por visitar.


De esta forma y sin más seguridad del ticket de la barcaza desde Hornopirén a Caleta Gonzalo el día 22 de enero, junto a mi familia, iniciamos una travesía que difícilmente podremos olvidar.


Si bien el plan inicial contemplaba, el envío de mi Kombi vía camión hasta Puerto Montt, esta fue descartada, por falta de coordinación y stress previo a las vacaciones. De esta forma como primer día solo intentamos avanzar lo máximo posible intentando sobrepasar Temuco. El tráfico para nuestro primer tramo fue expedito, esto nos permitió realizar la primera parada para combustible y almuerzo a la altura del kilómetro 314, sin más preámbulo volvimos a ruta, afrontando las regiones de Talca, Chillán y Los Ángeles, en donde temperaturas sobre 30 grados, nos hizo sufrir tanto a nosotros como al motor de nuestra Kombi.
Considerando la hora de llegada a Temuco, apostamos por seguir avanzando para ganar kilómetros, fue así como la hermosa y acogedora localidad de Loncoche, fue nuestra primera parada. Una buena caminata, para recorrer el centro cívico, junto a una merienda para recuperar energías fueron el broche ideal de este primer día.

Día 2
Nuestra primera morada temporal, con un fondo de copihues, empezaba a despedir nuestra corta pero satisfactoria visita a la ciudad de Loncoche. Con el desayuno correspondiente, la carga de mapas en Maps.Me, combustible y la ansiedad de iniciar cuanto el viaje, avanzamos dejando atrás las ciudades de Valdivia y Osorno, con destino a nuestra primera meta, nos referimos al Kilómetro 1000, y solo para entender que este era el inicio de la aventura.

Si bien El kilómetro 0 de la Ruta 7 inicia en Puerto Montt, decidimos avanzar por Ensenada, con el fin de recorrer otras localidades. Por dicha razón nos internamos hacia Puerto Varas, en donde con una breve detención, realizamos la compra de algunos insumos propios para el viaje. Nuevamente en ruta y a la espera de encontrar algún lugar para almorzar, enfilamos hacia Ensenada, lugar donde realizamos la carga de combustible, y realizamos una detención en “el galpón”, lugar donde almorzamos unos citadinos sandwich, que, si bien ayudaron a aplacar el hambre, no fue precisamente lo que esperábamos encontrar. En dicho lugar, aprovechamos el tiempo de espera, recorriendo sus alrededores, en donde nos descubrimos un pequeño riachuelo cercado por bellos arrayanes y la sorpresa de una pequeña serpiente, entre la hojarasca.


Con guatita y estanque lleno, reiniciábamos nuestro paso lento, y empezábamos a maravillarnos del follaje que nos brindaba la ruta. Siempre bordeando el estero de Relocancaví, nos fascinamos con nuestro primer hito, nos referimos a Cochamó, pequeña localidad, que por estos días se veía convulsionado a razón la de ser utilizado como locación para una teleserie nacional. Nosotros desconocedores de esta situación, hicimos arribo a su avenida principal con el objetivo de encontrar un lugar para pernoctar. Considerando, la afluencia de turistas y su limitada oferta hotelera, decidimos probar suerte vía telefónica con algún hospedaje en Río Puelo. Ya con una reserva hecha y la seguridad de donde pernoctar, recorrimos costanera y puntos de interés del centro de Cochamó, entendiendo que su real valor está en sus atractivos naturales, situación que sin duda quedaron apuntados para una próxima visita.


Con unos pequeños chubascos nos despedíamos de Cochamó y enfilábamos rumbo al sur, disfrutando el paisaje, avanzamos haciendo las paradas de rigor, con el fin de hacer una que otra fotografía de nuestra Kombi, en tan bello marco natural.
Cercano a las 20:30 nos encontrábamos en Río Puelo, y conocíamos en persona, la cabaña donde descansaríamos…Sin duda, no nos equivocamos, una acogedora cabaña en pleno centro del pueblo sería el refugio ideal para lo que vendría.

Una vez descargada la Kombi, con nuestras pertenencias, caminamos por el centro del pueblo, en busca de algunos víveres para la merienda, fue aquí cuando nos sorprendieron algunos chubascos, que se harían más intensos al avanzar los minutos, esto nos forzó a retornar a la cabaña. Una lluvia intensa, con ráfagas de viento, nos acompañó durante toda la noche, demostrándonos, que tan bellos paisajes son siempre forjados por las inclemencias del clima.

Día 3
Al Amanecer, un día despejado nos daba la bienvenida, un desayuno necesario y la sorpresa, de que la carpa nueva de la Kombi, no fue capaz de soportar la cantidad de precitaciones de la noche anterior. Luego de volver a cargar nuestras pertenencias, reiniciábamos nuestro camino con destino a Hornopirén.


Un tramo cercano a 25 kilómetros de camino de tierra, nos separaba de la localidad de Contao, lugar en donde se reestablece el pavimento. Así que con la calma de nuestra Kombi y un sin número de paradas para hacer algunas fotografías, nos maravillamos con esta ruta, angosta a ratos, accidentada por la calamina y con algunos chubascos aislados, que nos hacía sentir que ahora efectivamente nos encontrábamos en Carretera Austral.


El paso desde Contao hasta Hornopirén fue entre curvas y con pequeños aguaceros que iban quedando atrás, fue aquí donde se realizó la primera parada técnica, la causa, una de las plumillas no se activaba ante el ir y venir del motor limpiaparabrisas. Entre algunos chubascos, la llave de 8, logró resolver la situación, con el apriete necesario, la plumilla, volvía a despejar la visión. Aproximadamente a las 14:15 hrs. Arribamos a Hornopirén, hora precisa para un merecido almuerzo. Al estacionar cercano al mercado, nos encontramos con un pequeño Suzuki Super Carry, nos referimos a @carryaventura, quienes luego de recorrer desde Valparaíso a Villa O’higgins, ya se encontraban en su retorno. Para nosotros, la lección y motivación perfecta, para lograr entender que llegar al fin de la Ruta 7, era cuestión de paciencia y constancia. Desde ahí en más definiríamos nuestro destino final como “el sueño”.


De aquí en más disfrutar de un abundante y rico almuerzo en el mercado, para luego caminar por el centro del pueblo, comprar algunos recuerdos, víveres y coordinar nuestro nuevo punto para pernoctar. Debo confesar, que, para un viaje de esta envergadura, lo único seguro que teníamos era el ticket de embarque en la barcaza desde Hornopirén hasta Caleta Gonzalo. Y de alguna forma, nos encontramos en el lugar, fecha y hora programado para nuestro traslado.


Con una fila que abarcaba unas buenas cuadras, ya nos encontrábamos a la espera de la orden de embarque, nerviosos y ansiosos con lo que vendría, uno a uno los vehículos fueron siendo aparcados en la barcaza, hasta el momento del zarpe, cercano a las 18:00 horas, nuestra Kombi figuraba como una sardina enlatada, y nosotros empezábamos a disfrutar de este lento navegar, con pronóstico de arribo a Caleta Gonzalo a las 22:00 horas.


Luego de desembarcar en Caleta Porcelana, iniciamos un pequeño tramo de 10 kilómetros, y volviamos a embarcar con destino a Caleta Gonzalo. Los últimos rayos del sol se despidieron, mientras nos encontrábamos embarcados. Cuando el reloj marcaba las 22:15, nuestra Kombi, al igual que un sin número de vehículos iniciaban una suerte de caravana en dirección a Chaitén.
Por un camino de ripio, sin iluminación, de frondosa vegetación y con múltiples curvas, avanzamos por el Parque Nacional Pumalín con destino a Chaitén. El camino se hizo lento, por la poca visibilidad y el cansancio de un día largo, más cuando el camino se hizo más amigable y una recta sin calamina se presentó ante la caravana, la Carretera Austral, nos entregaría la primera lección. Un conductor, comenzó a adelantar, situación temeraria, que lo enfrentó al Puente Raya, lugar donde solo tiene cabida un solo vehículo, esto derivo en un vehículo que por evitar colisionar con tan irresponsable conductor, terminó fuera del camino, en sentido contrario de la caravana. Con la ayuda de otros conductores, socorrimos a los ocupantes, quienes se encontraban todos en buenas condiciones, una linga y una Ford150 bastaron para poner el vehículo nuevamente en ruta, para suerte, su dirección y radiador no sufrieron daños, con lo cual la caravana se puso en movimiento nuevamente.


Si bien, a la altura del Puente el Bonito, se iniciaba el pavimento, la caravana se mantuvo uniforme, sin adelantamientos en la zona. Llegando a la localidad de Santa Bárbara, nos descolgamos de la caravana, para llegar a nuestro destino reservado. El reloj marcaba las 01:00 am, nuestra nueva cabaña nos esperaba con una chimenea prendida, momento exacto, para descargar nuestras pertenencias, beber un buen café e ir a descansar. Un día largo, llegaba a su fin, y para nosotros la alegría de estar inmersos en la Carretera Austral.






Día 4
Un día entre nubes y con chubascos a ratos nos dio la bienvenida, el desayuno de rigor y el equipamiento necesario, nos hizo volver a la ruta nuevamente, esta vez, con dirección norte, nos adentrábamos en el Parque Nacional Pumalín con el objetivo de realizar un sendero de trecking, esta vez la elección correspondía a las “Cascadas Escondidas”.


El sendero en cuestión tenía una estimación de 3 horas y dificultad de medio a alto, entre lluvia, iniciamos el ascenso, disfrutando y maravillándonos de la selva templada lluviosa, sus hermosa flora y accidentada geografía. Coicopihues, nubes sostenidas por Coigües, un sotobosque abundante nos fascinó en nuestro andar y como era de esperar nuestro amigo el Chucao, fue el acompañante en toda nuestra visita. Luego de completar el sendero, tomándonos el tiempo de disfrutar nuestra visita al bosque, admirando los detalles y sonidos que nos ofrecía tan bello destino.


Iniciábamos así el retorno, sin antes, realizar múltiples detenciones para admirar y fotografiar el paisaje, viendo in situ el paso de la última erupción del volcán Chaitén, quien cual gigante dormido, aún muestra fumarolas de su actividad.
Luego del viaje de regreso, arribábamos a Chaitén, para comprar algunos víveres muy especiales, nos referimos a una pequeña torta y pizza. Todo ello con el motivo de celebrar el cumpleaños de mi mujer, compañera y único piloto “autorizado” para manejar nuestra Kombi.


Ya en la cabaña, el conseguir leña con los propietarios, se transformó en una amena conversación con Don José, quien relató el traslado desde Chaitén a Santa Bárbara, producto de la pérdida de su hogar, debido al alud provocado por la erupción del volcán Chaitén años atrás, como así mismo la epopeya de sus años mozos, siendo uno de los cientos de civiles, a cargo de la construcción de la Carretera Austral.


Para el fin del día, prendíamos velitas, cantábamos Feliz Cumpleaños y disfrutábamos de un fuego abrazador, pensando en el nuevo día y nuestro próximo destino.

Día 5
Como una forma de rememorar nuestro paso como mochileros y nuestra primera visita a Pumalín por allá por el año 2002, bajamos a la playa de Santa Bárbara, rodeando el Vilcún, con el fin de visitar la localidad de Chana. Con el fantasma de romper una homocinética en caminos de tierra, volvimos a ponernos en pavimento, para disfrutar de algunos minutos de la playa. De nuestra visita a la playa, dos puntos nos tomaron por sorpresa, la visita de Toninas nos llenó de alegría y la presencia de Don Luis, quien bajo su propia iniciativa, limpiaba la playa para hacer del lugar limpio para los turistas que la visitan, esto nos llenó de admiración.


Iniciábamos nuestra ruta con orientación sur, no sin antes cargar combustible en Chaitén y disfrutar de su centro cívico y costanera. 180 kilómetros nos distanciaban de nuestro destino, y con todo un día por delante, el tiempo no fue problema para disfrutar de múltiples paradas para una fotografía o simplemente admirar el paisaje. Desde aquí en más múltiples avistamientos de ciclistas y viajeros sería lo tónica durante todo el trayecto. El puente sobre el rio Yelcho, fue parada obligada, el caudal, color de sus aguas y su arquitectura, nos hizo esperar hasta poder realizar las fotos de rigor de nuestra Kombi, en su lento y constante avance.

La cuesta Moraga, nos impondría el primer reto, por su prolongado ascenso y la carga sostenida por nuestra Kombi. Una vez sorteada la cuesta, nos encontramos con Villa Santa Lucía, la que a nuestro lento andar dejamos atrás para disfrutar de otra parada obligada. Nos referimos al mirador “Condor” a un costado del Rio Frío.


El puente sobre el rio Rosselot, nos daba la bienvenida a la localidad de la Junta, en donde nos detendríamos para un reponedor almuerzo. Después de encontrarnos con los restaurantes llenos y sin variedad de platos, el dato de un habitante del lugar nos llevó a probar suerte en el Restaurant “Teresita”, con platos abundantes y de excelente preparación, la sobremesa la realizamos recorriendo el mercado de emprendedores y su centro cívico.


Nuevamente nuestra Kombi, volvía a ponerse en movimiento, con detenciones esporádicas, llegábamos a Puyuhuapi, cercano a las 18:00 horas. Esta vez las cabañas de “Mamá Pasca”, serían nuestra morada.
Una vez instalados, el recorrer su costanera y avenida comercial, no se hizo esperar. La compra de algunos víveres para la merienda y el inolvidable Pan amasado de “Ramiro”, nos hizo recuperar energías y pensar en las actividades del día de mañana.

Dia 6
Después de una infértil gestión vía WhatsApp, nos quedamos sin reserva para las Termas del Ventisquero, por lo cual después de preparar nuestros enceres para las actividades planificadas. tomamos rumbo al sur, realizando nuestra primera parada en las Termas, en donde sin reserva correspondiente, como era de esperar, no se pudo hacer ingreso.


Sin embargo, el día nos depararía otras sorpresas, pues como un punto obligado en este lugar de la ruta, era la visita al Parque Nacional Queulat y su bello Ventisquero Colgante. Después de hacer el ingreso al parque, las instrucciones de los guardaparques y los distintos circuitos que se podían realizar, apostamos por visitar el mirador, sendero de unos 500mts. Y luego ante el riesgo de una posible nubada, iniciamos el ascenso por el sendero principal, de unos 3,5 kilómetros.
Maravillados por la naturaleza, avanzamos a nuestro ritmo, tomándonos el tiempo de disfrutar todos los pequeños detalles y sonidos que solo el bosque te puede ofrecer. Ante el paso apresurado y la conversación de muchos visitantes, nos fuimos quedando más atrás de estas “exploradores”, solo con el fin de aprovechar nuestro ascenso. En este retraso voluntario, nos adelantaron una pareja (Camila & José), quienes saludaron amablemente y prosiguieron su paso. Asombrados por los pequeños detalles, continuamos disfrutando desde los altos coigües, hasta los incontables habitantes del reino fungi, helechos por doquier, y por supuesto la singular planaria encontrada por los niños.


Con nuestro paso calmo, llegábamos al término del sendero, un Ventisquero despejado nos daba la bienvenida, junto con el gran bullicio y la ansiedad de los “visitantes”, en donde realizar las fotos de rigor fue toda una odisea. La visita del chucao y un cometocino, fueron un pequeño premio para mis hijos, que sin duda atesorarán dicho encuentro. Entre el grupo de visitantes, como era de suponer nos volvimos a encontrar con Camila & José, con los cuales nuevamente nos saludamos afablemente.


De esta forma y evitando la estampida, iniciamos el descenso, disfrutando todos los pequeños grandes detalles, que pudimos perder en nuestra ida. abandonábamos de esta forma el parque con rumbo a Puyuhuapi, en donde un reponedor almuerzo, nos daba una tarde libre, para volver a disfrutar de la belleza del estuario y su arquitectura tan especial. En nuestro retorno a la cabaña, nos encontramos con Camila & José, quienes platicaban en las afueras del gimnasio, por lo cual desde la Kombi, les hicimos un saludo.

La tarde transcurrió en caminatas por la costanera y por supuesto la compra de algunos víveres y frutas. Como era de esperar, el pan, había que ir a comprarlo donde Ramiro, con la sorpresa de encontrarnos con Camila & José, en una casa aledaña, disfrutando de una grata once.
El día llegaba a su fin, solo quedaba organizar la reserva de nuestro próximo destino, disfrutar de una rica merienda y dormir en la calma de la noche.

Dia 7
Nuestro nuevo destino estaba trazado, el destino Coyhaique, pero antes de ello un atractivo desvío, nos referimos a Puerto Cisnes, donde se llevaba a cabo la tradicional “Fiesta del Pescao`Frito”.


De esta forma cercano a las 10:30 am, iniciamos la despedida del bello Puyuhuapi, siempre por la salida sur, nos encontramos con un par de mochileros y sus carteles que rezaban PUERTO CISNES” “PORFA”. Imposible no detenerse, ya que se trataba de “Camila & José”, de esta forma, sus mochilas pasaron al pickup, y la cabina paso de 4 a 6 pasajeros. Con las ya comunes detenciones por mi parte para hacer alguna fotografía, sin prisa alguna, nos encontramos con un tramo de tierra, en donde la calamina y los hoyos nos hizo desviarnos de una pista a otra, para buscar el lado “amable” del camino. Al poco andar, la charla se hizo fecunda, tanto por Camila con nosotros, en la parte delantera de la cabina, como de José con mis hijos en la parte trasera de la misma.


Entre conversación y risas, nos enfrentamos a la emblemática cuesta Queulat, con sus 33 curvas y una elevación de 500 metros, aprovechando el flujo vehicular, nos pusimos tras algunos vehículos que emprendían el ascenso, siempre manteniendo la distancia, para evitar perder fuerza en las curvas. Siempre en segunda y primera marcha, y en función de la velocidad que permitía el angosto y accidentado camino, logramos remontar la cuesta, para en uno de sus miradores, contemplar los glaciares y naturaleza colindante. Con un suave y “refrigerante” descenso para nuestra Kombi, avanzamos hasta el desvío a puerto Cisnes. Solo 30 kilómetros nos separaban de nuestro primer destino. Fue así como en el centro cívico de Puerto Cisnes, despedimos a “Camila & José”, no sin antes las fotos de rigor e intercambio de números telefónicos.


Cuando el reloj avisaba que era de hora de colación, recorrimos el centro cívico hasta la costanera, para disfrutar del plato estrella de ese día, la sorpresa para nosotros es que no encontramos un recinto principal donde se sirviera el tan famoso pescado frito, si no que este se vendía, tanto en restaurantes, sedes vecinales, sindicato de pescadores y locales de todo tipo, que improvisaban un comedor y recibían a cuanto comensal se puede imaginar. En nuestro caso después de visitar algunos locales con lleno total, decidimos movernos en nuestra Kombi, hacia un lugar más apartado del centro, en pos de disfrutar de un rico almuerzo. De esta forma llegamos al recinto del sindicato de pescadores, en donde después de una larga espera, debido a la falta de papas cocidas, pudimos disfrutar de nuestro sabroso plato de Merluza Austral, con ensaladas, pebre, bebidas, mote con huesillos, pero sin papas cocidas.


Si bien el plan original era solo almorzar y volver a la ruta, el tiempo transcurrido, nos permitió empezar a contemplar la tradicional “Minga”, actividad en la que una casa es trasladada por la bahía, a través de botes, para finalmente ser tirada por turistas, visitantes y curiosos, desde el embarcadero por una de las avenidas principales de Puerto Cisnes.
Mientras disfrutábamos del espectáculo, se nos ocurrió la idea de mover la Kombi, hasta el centro cívico, con la finalidad de poder apreciar la “tirada” de la casa y poder hacer abandono del pueblo, antes que la multitud de turistas. Fue así como avanzamos por la costanera, hasta empezar a subir por una de las avenidas que nos permitiría tener una salida más expedita. El fuerte sonido de un “CRACK ¡!!”, derribó nuestro plan y haría de nuestra visita de paso, una larga tarde para recordar.


Efectivamente nuevamente la homocinética, nos jugaba una mala pasada. Gracias a la ayuda de Carabineros, pudimos ubicar la Kombi, en un lugar plano, y me dí a la tarea de vestir el overall para revisar y cambiar la homocinética, de aquí en más, nos perdimos la “tiradura” de la casa, ya que lo que realmente importaba era reparar cuanto antes la tracción. Grande fue la sorpresa al revisar que la causa fue el corte de los pernos de sujeción y no la rotura de la pieza, como pensé en un principio. Una vez terminada, la minga, los distintos turistas iniciaron retorno y salida de Puerto Cisnes, en ese avanzar muchos se acercaron a nosotros, simplemente para preguntar o para dar alguna idea. A estas alturas había logrado sacar 3 de 4 pernos cortados, siendo este último un real dolor de cabeza, debido a que su corte fue a la misma altura de pieza donde se apernaba.


Mientras estaba bajo la Kombi, una familia se acercó y luego de comentarle a mi mujer, que ellos también tuvieronKkombis, y que una posible solución para extraer el perno era golpear de canto con un punto, se alejaron deseándonos suerte, sin pensar que esta visita tendría una segunda parte.


Sin la posibilidad de golpear el perno cortado, por lo incómodo del lugar, decidimos colocar 5 de los 6 pernos y volver a la ruta. Para esta hora, Puerto Cisnes, ya se encontraba en la calma que le caracteriza, y tanto turistas como visitantes ya se habían retirado, salvo por nosotros, claro está.


Con toda la fe y atentos a cualquier sonido, volvimos a la ruta 7, para avanzar hacia Coyhaique, siempre guiados por Maps.me, avanzamos a paso ligero, dejando atrás Villa Amengual y Villa Mañihuales. Después de esta última, pequeños chubascos nos acompañaron en nuestro camino, la luz del día empezó a escasear y con ello la visibilidad se hizo más complicada.
Siempre prudente iniciamos una serie de ascensos y bajadas, para entrar a la ciudad de Cohyaique, todo ello cercano a las 22:00 horas, para de esta forma buscar la cabaña previamente acordada. Diferentes desniveles desde el centro de la ciudad nos hacían cruzar los dedos para lograr llegar a la cabaña. Cuando el reloj marcaba las 22:40, llegamos a destino, para poder descansar y ver cómo solucionar el tema mecánico.

Dia 8
Iniciamos este domingo, con un largo peregrinar, en busca de algún almacén abierto, para disfrutar de un desayuno reponedor. El tiempo claramente sobraba, ya que, por el día en cuestión, difícilmente encontraría un taller, para revisar en profundidad la tracción.


Al pasar de las horas contacté a Mario Silva, en busca de algún dato de taller mecánico en la zona, este me puso en contacto con Tomás Gueneau, y este a su vez con Esteban Granadino. Después de un par de mensajes y llamadas telefónicas, Esteban, con su gran voluntad y entusiasmo por los fierros, me dijo “en 5 minutos nos juntamos en el taller”.


Mi familia, no quiso quedarse a la espera, prefiriendo acompañarme. A las 11:30, Esteban nos recibía en su taller, elevaba la Kombi, y ponía el play a su reproductor de música, para poner manos a la obra.


Luego de extraer el palier, y con la altura necesaria, logró sacar el perno cortado, con su meticulosidad, indicó el cambio de pernos, trabadores y fuelle de homocinética. Con una conversa distendida, se finalizó el arreglo, con un trabajo que sin duda daría sus frutos y con la alegría de conocer a alguien como Esteban, en este lugar de la ruta.


Con tracción corregida y el agradecimiento a Esteban, por su trabajo y voluntad, retornamos al centro de Coyhaique, para almorzar en el tradicional Casino de Bomberos y sus ya míticas empanadas. Para el resto de la tarde, recorrer algunos puntos de interés de la ciudad, junto con probar el funcionamiento de la Kombi. Como era esperar, la visita a la piedra del Indio, era un imperdible, situación que terminó con mis hijos disfrutando del Río Simpson y nuestra Kombi poniéndose a prueba en primera marcha en la salida de dicho lugar. Por cuestión de tiempo y agendas, no pudimos conocer a Cristián Salinas, sin embargo, tendríamos una segunda chance.


Volvíamos a la cabaña, nuestro camino proseguía, el “sueño” tomaba un segundo aire y la ruta trazada para el día siguiente contemplaba mayores desafíos.

Día 9
Con la confianza de que la Kombi se comportaría de buena forma, planificamos nuestro próximo destino, esto involucraba hospedaje y tour, si bien el trazado solo involucraba 215 kilómetros, y con la invitación de Esteban a visitarle en su casa, volvimos a la carretera con el tiempo en contra. Situación por la cual debimos excusarnos con Esteban y prometer visita al retorno.


Dejamos atrás el cerro Mackay, y avanzamos con dirección al Parque Nacional Cerro Castillo, una vez superado el cruce con Valle Simpsons, el pavimento empezó a presentar múltiples fisuras, hoyos y desniveles, todo ello sin contar con una constante elevación, que empezaba a poner a prueba la tracción de nuestra Kombi. El avance lento pero constante, nos llevó al ingreso del Parque Cerro Castillo, como era habitual, una parada para fotografiar unos caiquenes, fue el tiempo exacto para el regalo que la ruta nos ofrecería, kilómetros más arriba.


Ya en el trazado a través del parque y con la secreta esperanza de ver huemules, avanzamos a menor velocidad, hasta que el aviso de mi hijo menor, nos hizo estacionar a 80 a 100 metros del avistamiento, en efecto, se trataba de un Huemul hembra, junto a su cría. Nuestra observación junto a otros turistas y personal de Conaf, duró por aproximadamente unos 20 minutos, situación que se vio interrumpida por múltiples turistas, que estacionaron en mitad del camino o que en su impaciencia, corrían y gritaban en pos de fotografiar a nuestro animal patrio. Esta situación de falta de respeto y descontrol hizo que nos largáramos, todo ello después que la hembra se separara de su cría producto del alboroto.


Con la alegría de tan notable avistamiento, continuamos nuestro lento avance, sin olvidar que aún nos encontrábamos en el parque, y que el paisaje era un lienzo para disfrutar a cada kilómetro recorrido. En la salida sur del parque, nos encontramos con la cuesta del diablo, la cual enfrentábamos de bajada sin mayor dificultad, y a los pocos kilómetros nos presentaba bellas postales de Cerro Castillo a los lejos.


En nuestro avance, superamos Villa Cerro Castillo y con ello el Mirador del Río Ibañez. Desde aquí en más el pavimento nos decía adiós, empezando una verdadera odisea en caminos de tierra, solo en los primeros 10 kilómetros, entendimos que ninguna estimación de tiempo por aplicaciones de georreferencia aplicarían para nuestra Kombi. Calamina, hoyos, desniveles, curvas y elevaciones, fueron la tónica de aquí en más. Nuestra velocidad promedio variaba entre 40 y 50 km/hr. mientras nos acompañaba el sentimiento de estar viviendo la Carretera Austral en su esplendor. Las paradas no se hicieron esperar para disfrutar de lugares y paisajes de una belleza sublime.


El color de las aguas del Río Murta, solo nos preparaba para disfrutar del grandioso Lago General Carrera, en todo su esplendor, maravillados a cada sufrido kilómetro avanzado, logramos llegar a Puerto Río Tranquilo. Luego de recibir la cabaña reservada, y con 30 minutos de retraso, no acercamos al operador del tour. Este nos indicó que el tour había salido en forma previa y solo nos restaba esperar el de las 18:00 hrs.


Si bien lamentamos no llegar a tiempo, aprovechamos el tiempo sobrante para almorzar y recorrer una pequeña parte del lugar. Cercano a las 18 horas, nos presentamos al operador, quien nos indicó la falta de pasajeros para poder concretar la salida, ofreciendo la posibilidad de reservar para el día siguiente a las 10:00 am. situación que no nos acomodaba, luego de algunas gestiones, logramos embarcarnos junto a otros 4 pasajeros en un tour ofrecido por otro operador.
Con la instrucción y registro necesario, estábamos abordando una lancha para iniciar nuestro viaje a las Catedrales de Mármol, con una breve parada en Puerto Sanchez, conocida como el Humberstone Austral, en donde se nos explicó la formación, características y edad del mármol que veríamos, volvimos nuevamente a embarcar, iniciamos un recorrido por formas, colores y texturas difíciles de olvidar, terminando este con la visita a la Catedral y Capilla de Mármol.


Cercano a las 20:30, volvíamos a tierra, para recorrer el centro cívico de la localidad, comer una rica merienda y aprestarnos a planificar el próximo destino, situación en la que fui auxiliado por mi amigo Rodrigo Martinez, debido a la falta de conexión de mi empresa de telefonía móvil.


Nos acostábamos extasiados de todo lo vivido en este día, bellezas naturales, color de sus aguas, encuentro con huemules, en fin, con la sensación de que empezar a conocer la Carretera Austral en todo su esplendor y con el gustito de que “el sueño” era posible.

Continuará…..


Si quieres saber como terminó esta aventura, click acá

1 Comentario »

  1. […] Si te perdiste la primera parte… puedes revisarla acá […]

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